Una historia importante que ha evolucionado en simbiosis con la bicicleta o mejor, con los sillines de bicicleta.
Por su parte, la bicicleta ha celebrado 200 años, un número que simboliza también un recorrido evolutivo, sin épocas, generaciones o fronteras. Son muchas las cosas que han cambiado, pero también hay elementos fijos, que siempre han estado, como el sillín. Sin duda, se han modificado, pero los sillines son un punto estable en la centenaria historia de las dos ruedas.
Estamos en 1947, justo después de la guerra, e Italia es un país que reconstruir. Como bien se sabe, de las desgracias nacen las oportunidades. Es necesario demostrar fuerza y tenacidad para poner en campo el espíritu de iniciativa. Hay ganas de dar forma a las ideas y justo esta manera de hacer caracteriza a Martino Schiavon, que produce sillines para bicicletas en una buhardilla en el centro de Padua. Nuestra historia comienza justo aquí, con un artesano valiente que no tiene miedo.
Un producto artesanal y hecho a mano, con valentía y vinculación con la tierra: todos estos son conceptos que están en nuestro ADN y que forman parte de nuestra manera de trabajar. Pero el recorrido de una empresa es como un camino hecho de adoquines: las piedras que lo componen son muchas, diferentes unas de otras, pero todas necesarias. Por ejemplo, 1970, el año en que se llegan a producir un millón de sillines, o 1990, cuando se sobrepasa el límite de seis millones. En cualquier caso, los aspectos fundamentales siguen siendo los de nuestra familia, un valor que está por encima de todos, así como el compromiso con un trabajo de calidad que no teme las comparaciones en un mercado globalizado.
Aún hoy, uno de nuestros mayores éxitos es haber mantenido y consolidado toda la producción de Selle SMP en el Véneto. Nuestra empresa forma parte de un tejido económico que es una de las locomotoras de Italia y de Europa. Para nosotros es un verdadero motivo de orgullo.
Hoy dirigen Selle SMP Mario y Maurizio Schiavon, los hijos de Martino, quien hasta poco antes de su muerte, en 2006, permaneció en el cargo de presidente.
Tanto Maurizio como Franco tienen recuerdos nítidos de su evolución en la empresa. Recuerdos que no se olvidan fácilmente ya que se llevan en el corazón:
Maurizio Schiavon: «Todos me consideran un empresario, pero, si miro atrás, y sin duda mirar atrás es fundamental para poder mirar hacia delante, aún recuerdo las palabas, la frase, de mi padre, que me dijo: mira que si quieres aquí hay un sitio para ti, refiriéndose al taller que estaba debajo de casa. Comencé por el principio, en los envíos, y aún hoy, a pesar de todo el tiempo que ha pasado, me siento como un aprendiz en el taller y un artesano, sin duda un artesano que ha evolucionado, pero sigue siéndolo».
Franco Schiavon: «Entré en la empresa con 22 años, después de estudiar idiomas, aunque durante las vacaciones escolares mi padre me llamaba siempre porque necesitaba ayuda. Me gustaba echar una mano. He empezado como aprendiz para conocer el oficio, después he comenzado a trabajar en la parte comercial. Mi recuerdo más bonito fue mi primer cliente en Salzburgo. Además de la relación profesional, inició una bella amistad.
Y después de Franco y Maurizio llegan los hijos, la tercera generación de Selle SMP. Porque para nosotros es una tradición, una pasión de familia y aún queda un largo camino que recorrer sobre un sillín.